La imagen símbolo de Japón 11M. El niponcito alza las manos, rendido, porque nada se puede hacer ante el inexorable scan de radiaciones nucleares. Le están rastreando el futuro.
Y COMO SI FUERA POCO, DESPUES LOS AGARRO EL PERIODISMO GLOBALIZADO
Viernes 14:40 justo del otro lado del globo. Entre nosotros eran las 02:40 apenas había empezado el día. A 530 kms. al NE del archipiélago, a unos 15 kms. de profundidad, simplemente las fuerzas tectónicas constantes acabaron con la resistencia del lecho marino y las rocas se rajaron. Después dirán que fueron 105 segundos la duración de la sacudida como tiritón de caballo. Al archipiélago entero y alrededores lo felpearon como a una alfombra vieja. Llegó a 8.9 en la Escala Ritcher. Los satélites de la NASA dieron cuenta que el mapa todo se había corrido 20 cms. a la izquierda. Y a los 15 minutos se vino el tsunami. En la zona más cercana al epicentro la pared de agua alcanzó los 12 metros. La barrida fue fenomenal. Pero no sólo el arrasamiento de la entrada, sino también la retirada que empezó a correr por el Pacífico a 800 kms/h tomando como promedio los 4 mil metros de profundidad. Previo paso por Hawaii donde estuvo lejos de otros récords, a la Isla de Pascua llegó a la noche, después pasó por las Galápagos, la isla de Juan Fernández y a partir de la media noche entró a darle al territorio sudamericano.
Todavía faltaba el postre. Y en Japón, para colmo. La Escala Ritcher mide por la energía atómica liberada. Las primeras alarmas empezaron rápido. Aunque no lo suficiente. La tercera potencia del mundo, 135 millones de japoneses amontonados en una isla, obtienen el 35% de su energía de centrales nucleares. Cinco acusaron recibo inmediatamente. Una, la de Fukushima, desde el primer momento amenazó con dejar escapar lo suyo. Hillary Clinton le avisó al mundo que bueno, si antes había sido Hiroshina y Nagasaki, ahora iban a salir volando con reservas de líquido refrigerante especial para que la temperatura que no dejaba de subir no se mandara una de las suyas.
Si tras llovido mojado, la tecnología actual hizo que sobre el pucho se les viniera el periodismo en sus infinitas variantes, sobre todo las benditas redes sociales, donde cualquier salame se despacha con lo que se le antoja y de vez en cuando sirven para algo útil. No hay nada más parecido a un terremono o un tsunami que otro. Las fotografías de los estragos son todas iguales. Las televisoras de cable no tardaron en entrar a repetir las mismas secuencias, obligadas como están a poner algo en pantalla. Los dichosos movileros atoraron a pavadas a cuanto inocente, atemorizada o no, tuviera el coraje de escucharlos. Muertos y desaparecidos crecieron y bajaron por miles. Un argentino, como no podía ser de otra manera, se convirtió en estrella mundial buscando a su familia, que había quedado del otro de una montaña. El presidente chileno Sebastián Pineda, que cumplía un año de mandato, se bajó del avión que lo trajo de Europa y se tuvo que meter en una reunión del Comité de Emergencia que han creado. Cuando todavía están los clamores porque apenas han alcanzado a reconstruir poco menos de la mitad de lo que les dejó la catástrofe del 28F 2010, entraron a hacer planes y mandar mensajes: desde la media tarde y con plazo máximo la media noche todo el litoral chileno inundable debía ser evacuado. Y allá fueron, como hormiguitas, con changuitos de supermercado, alguno hasta con el loro, mantas, botellas de agua mineral y de alguna otra cosa, a por lo menos 15 metros sobre el nivel del mar, el riesgo latente que el mar los dejara otra vez con lo puesto. Los daños fueron mínimos, si se hacen megacomparaciones. Los que perdieron algunos enseres no opinaron lo mismo.
En Japón, a todo esto, a las pocas, las réplicas superaba el centenar, varias de ellas grado 7, es decir, terremotos lisos y llanos. Los sismólogos, para colmo, tiraban el veredicto que el que los había sacudido con más de 7, tres días antes, había sido el clásico anuncio que preludia a todo gran movimiento tectónico, sobre todo a estas crisis sismícas de gran magnitud.
Lo de las centrales nucleares es impredecible. Justo cuando la Tía Cristina se había dado el lujo de anunciar que acá le van a entrar a dar a Atucha II, no contentos con los éxitos obtenidos con Atucha I, mientras el viento patagónico sigue sirviendo para despeinar a la gente y las diferencias de marea, de entre 6 y 8 metros, lo único que hacen es hamacar merluzas, cornalitos y camarones.
El vulcanólogo polaco francés Haroun Tazieff, que tiene un magnífico libro sobre la crisis sísmica de Chile 1960, 327 terremotos en 32 horas, conservando el record del de mayor magnitud, como fue el de Valdivia a las 15:00 del 30 de mayo que llegó a los 9,5 en la escala Ritcher, asegura que los movimientos sísmicos primero demuestran que la Tierra está viva, segundo que no son un problema estrictamente geológico, sino esencialmente social.
Explta Dai-chi el sábado por segunda vez.