12.9.05

A ITAKAZO LIMPIO



OTRO PASITO MAS

El domingo, en Mendoza, el partido por la ligal local entre San Martín y Godoy Cruz por el Nacional B no terminó. Por repetidas y estúpidas razones, el Operativo Especial comenzó a reprimir con dureza a la barra de San Martín y sus jugadores intervinieron para que terminar el fuego granado de gases e itakazos con balines de plástico de alto impacto. En medio de ese forcejeo, empujón va, puteada viene, el defensor Carlos Azcurra fue alcanzado desde menos medio metro por una perdigonada tirada casi a quemarropa por el cabo Marcial Maldonado, de 42, casados, dos hijos e igual cantidad de décadas en el cuerpo. Los 13 proyectiles le interesaron el pulmón y el hígado, más otras zonas blandas del hemitórax derecho. La operación de urgencia duró cuatro horas y su estado es delicado. Hubo que practicarle la ablación del lóbulo inferior del pulmón afectado y Azcurra no podrá volver a jugar en el fútbol de alta competitividad.

No es la primera vez que sucede un hecho así. La anterior había sucedido en octubre de 1994, donde en Salta, el arquero de Central Norte recibió una andana de varias docenas de los balines de goma, pero en las piernas y a distancia. Pero sí la primera en que un jugador profesional es bajado de un itakazo. Porque en lo que hace a espectadores comunes, desde que a Mario Linker lo bajaron de un granadazo en la cancha de Velez, el 19 de octubre de 1958, inaugurando la nueva era de muertes en la cancha, las policías de todas las provincias no han estimado munición.

Como si fuera poco, desde el gobernador y pasando por lo insoportables moralistas con su insoportable moralina de clase media, se han entrado a hacer buches sobre lo irracional, lo incomprensible, no puede ser que pasen cosas así. Seis efectivos fueron pasados a retiro: cuatro de los que estaba en el epicentro de los franeleos, entre los cuales estaba el que disparó, y los dos jefes del operativo. Poco estuvieron detenidos los afectados, que recuperaron la libertad y serán sumariados internamente. El principal acusado quedó detenido bajo la figura de homicidio en grado de tentativa.

La cuestión de fondo sigue sin tocarse y lo va a seguir por lo siglos de los siglos: qué tiene que hacer una fuerza de seguridad estatal, con armamento de guerra, en medio de instalaciones civiles que son el negocio vil de un puñado de corruptos y políticos de cuarta línea. Cuando en materia de privatazaciones lo único que falta es llamar a licitación para enyesar a la Quebrada de Humahuaca, los negocios de Fútbol Espectáculo SA, dependiente del Ministerio de la Pelota que regentea el capo di tutti capi Julio Humberto I° de Sarandí, a nadie, casualmente a nadie se le ocurre, que si tienen plata para pagarle a las barras bravas y a los servicios adicionales de la policía, que sea el negocio mismo el que corra con los gastos de un cuerpo seguridad privado y después con los daños y perjuicios, más las consecuencias penales, de este tipo de hechos.

Como ha ocurrido en caso de espectadores particulares, ahora el jugador y sus letrados va a cargar contra el Estado mendocino por el correspondiente resarcimiento, un derecho inalienable, y resulta que hasta los cóndores que estaban escuchando el partido arriba del Cristo Redendor, en la cordillera, va a tener que cargar con los costos de las cagadas sistemáticas y organizadas de un grupo ínfimo

Hace mucho que el fútbol argentino es lo suficientemente grandecito como para que corra con los gastos de todos los zafarranchos que produce, del mismo modo que se deleita disfrutando glorias, títulos y goles. Alguna vez un ex juez y ex catedrático de derecho penal, públicamente, dijo que los clubes eran sociedades anónimas que encubrían el accionar de las asociaciones ilícitas que son las barras bravas. Fue lo mismo que parar una sudestada con un lampazo. Y un estado paternalista, inepto, deficitario, corrupto hasta el tuétano, encima carga con los costos políticos de tratar que los chicos se porten mal y no pasan muchos fines de semana que se les cae un adolescente del trasnporte lo llevan detenido y se muere, balean un jugador, como ahora, le destrozan la cabeza a chicos y adolescentes, como han hecho y siguen haciendo, cagan a palos indiscriminadamente a la gente, ahora le dan a la sinhueso, hablan de sanciones ejemplares, aseguran que nunca más y es lo único cierto.

Nunca más hasta el próximo muerto, herido grave o reventado a golpes. También hace dos décadas, un comisario que sabe un vagón de violencia metropolitana, barrras bravas y fútbol, con respecto a meter en estados colmados efectivos con armamente de guerra, sentenció: «Todos los fines se semana caminamos por el filo de la cornisa de la tragedia.» Argentina es un país tan magnífico que se da el lujo de tener al pedo gente pensante y que podría ser socialmente útil. A los otros, ex represores o ex guerrilleros, no: esos están en el gobierno de turno.

Los plumíferos especializados exprimieron sesos y lágrimas para despotricar contra el injusto destino, la bestialidad criminal del detenido, que es un caso aislado en la fuerza policial, del mismo modo que la endémica e institucinoal violencia del fútbol argentino es producto de una cantidad mínima de elementos ajenos a la pureza del viril deporte, delincuente disfrazados de hinchas, pero ni un byte sobre la presunta inevitabilidad de entrar con armamento de guerra conde hay civiles desarmados. [AR]