13.8.11

THE BIG BLUE Y BILL, CARETAS Y PIONEROS DEL CUT&PASTE


EL 30º ANIVERSARIO FUE EN EL 2005, CARADURAS

Al capitalismo no le alcanza con el dinero. Quieren el conocimiento y la posteridad. Por enésima vez este 12 de agosto han querido filtrar el aniversario del surgimiento de la primera computadora personal. Saben que mienten pero se vive en una época light donde la verdad histórica es chatarra y tiene menos valor que una hamburguesa. El alumbramiento que trastocaría la cultura moderna y posmoderna se produjo en enero de 1975, cuando la tapa del mensuario Popular Electronics mostraba un cacharro para los neófitos pero una generación la estaba esperando: la Altair 8800. Los padres de la criatura fueron Leslie Solomon, (a) The Unclesun, obvio motivo por el cual esta bitácora lleva ese nombre, y el técnico electrónico Ed Roberts, fallecido en abril del año pasado.Una historia fascinante donde la falta de capitales fue suplida por un derroche de talento que iba a trastocar la historia humana. Roberts estaba fundido y le venía haciendo el quite a las constantes chumbadas del Tío Sol, ya que lo creía el único capaz de pergeñar una computadora a la medida humana. Fabricaba calculadoras para las escuelas usando un chip de la Texas Instruments cuando a estos abastecedores de las FF.AA. del Gran País del Norte no tuvieron mejor idea que dedicarse a fabricar ellos las calculadoras en vez de vender los chips. Agregar valor agregado, que le dicen. Roberts, según los expertos en economía consultados sobre el particular, quedó culo para arriba y sin ánimos ni para hacer señas. La concentración del gran capital había empezado y había que ir a llorar al Muro de los Lamentos. Jugado por jugado, aceptó lo del chiflado periodista, fue al banco al que le debía hasta el saludo, sacó al fiado los últimos 800 dólares bajo apercibimiento que no había más y que le iban a rematar hasta la tortuga del jardín si no llegaba a pagar todo, los 800 y los más de 100 mil anteriores. En 8 meses estaba facturando alrededor del medio millón de dólares. Pero no se mudó de la pocilga en una galería comercial fundida en Florida, cerca de Miami, y cuyos antiguos dueños, dedicados al rubro fast foods, habían bautizado, traduciendo literalmente, El Sánguche Embrujado.
Para hacerse de un catafalco como el que mostraba la tapa había que mandar 400 dólares por correo a la publicación y ellos remitían un kit con lucesitas que se prendían y se apagaban. A los pocos meses, en un cine abandonado de San Francisco varios centenares de delirantes ululaban ante lo que era el primer producto que anunciaba la nueva era: los primeros compases de Yesterday, de John Lenon. Allí estaban todos los que iban a formar el Silicon Valley y que el imperio no tardara en darse cuenta y designarla industria estratégica, a la altura de las ojivas nucleares.
El pálido reverdecer el aniversario trucho entre nosotros, que intentaron algunos porque a los avisadores y a las historias masticadas como chiclets hay que hacerlas rutina, tuvieron variantes clásicas y otras que intentaron algunas gambetas por el lado de los paradigmas, pero la cruel contundencia de los hechos, como dijeron siempre los ingleses, más en estos días que Londres les arde como la Roma de Nerón, no les dan las cuentas. La Apple II, que los entendidos siguen dando como el fierro mejor logrado de toda esta corta e intensa historia data de 1978, y como hubiera dicho Perogruyo, sin apoyarse para nada en Murphy, eso indica que la Apple I es anterior. Efectivamente, de 1975, y fue una batata que marcó época por el fracaso.
Todo esto está detallado, documentado y mucho mejor contado en Fire in the valley, una verdadera joya documental aparecida originalmente en 1985 que se debe al talento de Paul Freiberger y Michael Swaine, y para que nos, las bestias monolingües de la lengua de Cervantes la podamos disfrutar en una edición castellano cuyo título fue traducido por McGraw Hill, luego de larguísimas elucubraciones, como MICROINFORMATICA. Orígenes, personajes, evolución y desarrollo. Vaya desde aquí nuestro más sentido reconocimiento a semejante mutilación cultural para semejante derroche de ingenio. Los que quieran bajarse gratis en inglés una versión en PDF del libro tienen un link. Estas operaciones, como se sabe, tienen ciertos riesgos. Habría también una versión castellana sin tener que oblar por ahí algún que otro virus, nada del otro mundo. Es este el link. Suerte, de todas maneras, porque en librería anda agotado siempre.
Los videos reproducen versiones mejoradas del adefesio original. Pero tres años después, cuando aparece la Apple II y los historiadores a tanto el byte para jibarizar la humanidad, había 200 marcas diferentes de PCs, por lo tanto una cantidad similar de sistemas operativos, a tal punto que el procesador de TXTs se debe a que un programador que había sido iluminador de publicidad en Nueva York y se había exiliado culturalmente en California, Michael Shrayer, está tan podrido de tener que hacer un manual para cada versión de sistema operativo que no tiene mejor ocurrencia que pensar que como cada letra es un byte y los catafalcos procesaban justamente bytes, porque no ponerle un octeto a cada letra y que los procesos, un silogismo que es el día de hoy que desvela al autor de estas pavadas en torno porqué carajo no se me ocurrió a mí. Así salió a la luz The Electric Pencil, no precisamente un dechado de creatividad en el título, pero no se quiera imaginar lo que fue un practicidad para el autor y en recaudaciones. No tardaría en aparecer el WordStar, que marcó toda una etapa hasta bien entrados los ´80.
Para esa fecha ya habían conseguido conectar a las PCs con un módem y poner en pantalla un torpe BBC (acrónimo de Bulletin Board System), para que los alumnos pusieran sus avisos con necesidades de cuartos, bibliografías, novias, etc. El zopenco fueWard Christensen. Como empezaron los chistes y la promiscuidad aparecieron las claves, esto es, no parecido sino correo electrónico sin más. Y no faltó un neoyorkino, Paul Katz, que para ahorrar guita en comunicaciones hizo un compresor para sacar los blancos entre las letras y le puso PKZip, que todavía hoy sobrevive como Winzip.
Hacer base de datos fue cosa de chicos. El otro aporte a la cultura humana fue la aplicación de los coordenadas X-Y a los cálculos, dividir la pantallas en celdas e interconectar a todas hasta el infinito con diferentes operaciones matemáticas. Había nacido la hoja de cálculo. La primera se llamó VisiCalc, tampoco un derroche de inventiva.
El hiperTXT iba a tener que esperar un poco. Recién por 1985 aparecieron los primeros intentos serios. La Fido Net, que fue la primera red universal de correo hecha a poncho y el hipertTXT echaron las bases de Internet y la WWW, en 1995, avasalló las comunicaciones con una revolución que hoy se nos ha vuelto cotidiana y hasta rutinaria. Pero todavía hoy queda gente que asegura que la primera PC nació en 1980, del matrimonio entre el Big Blue de la IBM y su operativo Capricornio, totalmente secreto, asociada a la Microsoft con el talento de Paul Allen y con Bill Gates a cargo de la registradora, una verdadera garantía en la materia. Tendrían que sacarse la careta y decir que el 30º aniversario es el de copar 154 países de la IBM tenía sucursales con un solo modelo de PC y un mismo sistema operativo, el que por tratarse de Microsoft anduvo a los tumbos hasta la versión 3.0. Pero no queda paquete. Eso sí, a la verdad y al conocimiento no lo van a tener nunca por más carradas de millones que hayan hecho. [AR]