Fue en la quebrada de Puquios y el aluvión de rocas acabó para siempre con la vida del perforista Homero Aguirre Aguirre, de 40 años, y la de su ayudante Daniel Lazcano, de 24. En tanto, un tercer minero, Mauricio Silva Alcayaga, de 21 años, fue trasladado urgente primero al hospital de Copiapó y luego a uno de mayor complejidad porque el ojo izquierdo reventado, hecho papilla, requería un nosocomio de mayor complejidad.
Decir mina es una manera de decir. Un hoyo de unos 15 metros de hondo y con capacidad para una docena de seres humanos y era el primer día que trabajaban. Solamente los dueños y ellos sabían que existían. La truchada más total. Una verdadera burla que, calculan, se extiende a unos mil quinientos casos más. Solamente sucede que no han explotado ni se han venido abajo. La minería se ha convertido en la estrella de esta etapa del capitalismo y muestra todas sus lacras inhumanas y antihumanas. La proeza de Los 33 se festejó precisamente por eso. Aguirre y Lazcano no tuvieron ni una Kodak Fiesta para registrar la desgracia repetida hasta el hartazo. La información generada en el lugar se cuida muy mucho de estadificar la cantidad de víctimas fatales en lo que va del año. La última que aportaron al pasar fueron 53. Ahora serían 55. Que vaya otra vez la zambita como requiem.
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