20.5.05

FROM GALICIA WITH LOVE & CTI

Un galaico aborigen, de fábrica, ya entrado en años, en carnes tanto entrado como salido, robusta cuenta de banco y la boina, musculosa y calcetines tres cuartos, antes morir que hacer semejante streap tease, ingresó el Hotel Alojamiento acompañado de una tierna veinteañera, tirando a escultural y con cara de sí fácil, y antes que nada procedió a dejar el minino celular sobre la mesita de luz.

A lo que era invierno el susodicho se estaba sacando los calzoncillos largos cuando el artefacto, dotado de un juego de luces tipo hotel casino de Las Vegas y un bip de dos o tres millones de grillitos en celo, entró a hacer un batuque y una cantidad de reflejos en las paredes y espejos como si estuviera a punto de salir a escena un conjunto de rock en un megarecital.

Nuestro héroe, con un jamón todavía adentro del calzoncillo largo, con bastante presteza, lo desplegó, pulsó el botoncito correspondiente y respondió:

-Sí, yo. Quién iba a hacer, mujer. Ahora díme una cosa, por la hostia, cómo puñetas hicistéis para saber que estaba aquí.

Qué sufridas que son las mujeres a todas las edades, ¿no?