SNIF, SNIF...
El prototipo de la Altair 8800 se perdió en la noche de los tiempos de los ferrocarriles norteamericanos entre Florida y Nueva York. La numerada 0001 fue para Leslie Solomon, quien la instaló en su escritorio y la conectó a una teletipo para ver si podía hacerle hacer algo. Fue tal el batuque que armaba que en el resto de la redacción, a pesar del éxito editorial que significó, las protestas fueron tantas y de tal tenor que El Tío Sol la tuvo que mudar al sótano. Desde el vamos nomás, las relaciones entre periodismo y esta tecnología de punta han sido notablemente antagónicas, es cierto, pero sumamente vejatorio e injusto que a un colega de semejante talante se lo tire a la Papelera de Reciclaje de tanto olvido. (AR)
[Nota escrita en enero de 1985, para el Suplemento de Informática de La Prensa, con motivo del vigésimo aniversario.]