CONSIGUIERON CERRAR EL BAR BRITANICO
Esta tarde, luego de 16.790 días, lo que implica 402.960 horas de estar abierto ininterrumpidamente, los dueños legales de la histórica esquina de Defensa y Brasil, justo frente al monumento al andaluz don Pedro de Mendoza, fueron desalojadas las instalaciones, metidas en cajas y cajones las pertenencias, Pepe Miñones, José Trillo y Manolo Ponce, sin los sacos de dudosa blancura y más dudoso planchado, se retiraron con la parquedad que hacen los gallegos, apenas balbuceando "bueno, ya no hay más nada que hacer" y "hombre, qué decir: una vida".
Entre tanto, los más curiosos y atrevidos se mandaban para tratar de manotear un pocillo, un plato algún cenicero, las viejas copitas para la grapa y el anís, algo que con la fuerza del amuleto permitiera seguir guardando el recuerdo del querido bar con sus luces amarillentas que sólo se cortaban con los apagones, mesas viejas y enclenques, quemadas de puchos, café barroso y esperar las medias lunas tibicietas de los amaneceres por el lado de la barranca de Brasil.
Las famosas Leyes del Mercado dictaminaron que el propietario del local, Juan Pablo Benvenuto, decidiera alquilárselo a otro y ofreciera 20 mil dólares para pagar las indemnizaciones de los que trabajaron allí todo este tiempo y al medio campo oriundo de lo más rancio de Galicia pasar a la categoría de empleados del nuevo fantasmal inquilinos.
¿Es necesario adelantar la respuesta a coro de tres gallegos al signore Benvenuto?
La inútil cháchara oficial, poco más de un mes atrás, la Ciudad de Buenos Aires reglamentó la ley 1227 que ordenaba respetar el patrimonio histórico cultural tangible e intangible de estos edificios. Acorde a esa reglamentación otra inutilidad reforzó la primera y un juzgado porteño dictó una medida cautelar en beneficio de la mantención del Bar Británico. Pero lo que tiene de bueno el Derecho es que siempre para un juez hay otro y metánse la medida cautelar al fondo a la derecha porque vino otro Su Señoría y puso el pulgar abajo: Desalojo, no jodan más y la terrible tramitación de arrancarse la piel a tiritas empezó hoy a las 7 de la mañana.
Por supuesto, bastante antes, cuando los conocedores de lo fáctico vieron que ya estaban tendiendo la cama y cocinando el final obvio a fuego lento, hubo pronunciamientos populares, noches en vela y demás, pero al final Benvenuto terminó cantándole a lo que se le cifra en el nombre y recuperó los m3 vacíos y seguramente un estudio de arquitectura paquete lo reciclará y lucirá mucho más bonito, pero sin alma.
Mercado sigue demostrando que la única ley vigente en Argentina es la de la gravedad. Pero la que se le ocurrió a Newton cuando un manzanazo lo sacó de la siesta, si no por lo grave que se está poniendo todo esto. Pronto los modernistas con capitales nunca demasiado claros pueden encontrar que el Parque Lezama que está enfrente es una caca, sobre todo poco rentable, y proceder a talar los árboles añosos, pasarle la topadora al anfiteatro natural y hacer una réplica de Disneylandia.
Total, si lo único que nos falta es festejar el 4 de julio. Vamos, vamos: a sacarse la careta.