A las 00.10 de hoy emergió la cápsula Fénix II, luego de un par de viajes de prueba, y apareció el minero Florencio Avalos, de 30 años, hipertenso e hipertímido, revistido de la indumentaria especialmente diseñada por la NASA. Se escuchaban los aplusos y los vítores. Terminaban 69 días de sepultura a más de 600 metros de profundidad, en la mina San José, al norte de Copiapó, en el llamado Norte Chico chileno. Totalmente parco, se abrazó con su mujer y también con su hijo desconsolado. Después llegó el turno de estrecharse con el presidente trasandino Sebastián Pineda, que había arribado al lugar a las 15:45 día del día anterior.
La sencillez de la épica y la hazaña amenazan con trivializar, banalizar todo. Allá abajo los otros 32 aguardaban su turno, asistidos por dos rescatistas especialmente entrenados, que habían bajado en los interines. Con el increíble y sincronizado operativo del Plan B empezaba a culminar la angustia del jueves 5 de agosto, más o menos a las 14:00, cuando iban a almorzar y el mundo, en la forma de 700 toneladas de roca, se les vino encima y los sepultó en lo más hondo de una mina centenaria de cobre y oro, reautorizada a seguir funcionando en más que precarias condiciones por esos hondos motivos humanitarios que tiene el capitalismo y que sólo él los comprende y disfruta. Pasaron 18 días hasta que pudieron localizarlos y que dieran señales que estaban vivos. Ya casi no quedaban esperanzas y la famosa palabra milagro era a la que acudían todos. Habían perforado el cerro y el veterano Mario Gómez, con un marcador rojo, escribió en un pedazo de papel un TXT de 33 caracteres que no tardaría en dar la vuelta al mundo:
Una obra maestra de la síntesis. Después de 33 días de perforación, de historias de todo tido tipo, la algarabía por vivir, la epopeya van a apocar, seguramente invisibilizar a los mapuches en huelga de hambre y la discusión por los royalties de la minería, la concentración de la minería nacional en cuatro o cinco familias, como la famosa Bolivia de los Patiño. También que en el paraíso neoliberal de Sudamérica, que como lo anunció Piñera antes del primer emergido, en un mensaje bilingüe, quiere convertir a Chile en el primer país latinoamericano, los 25 millones de dólares que ha sido hasta ahora el costo, la organización y el lomo lo ha puesto el Estado para solventar la hazaña salieron de las arcas de la legendaria CODELCO, estatal hasta la médula y un modelo siempre de funcionamiento. Privatistas y privados, cuando mucho, a la hora de las fotos. Los dueños se borraron. Contrataron buenos y caros abogados para decretar legalmente la quiebra y que pague Dios. El Estado, a través de diversas dependencias, corrió con la supervivencia y con el sostén, vigilancia, alimento y apoyo a una boca de la mina que ayer había devenido en una poblado de carpas y casas rodantes con unos 3 mil habitantes, la mitad de los cuales pertenecían a la fauna periodística de todo el mundo, empezando por la modesta representación de China Popular que mandó 200 para hacer una cobertura digamos normal.
Hoy es una jornada histórica. Para celebrar la condición humana y que en la crisis actual hay recreos posiblemente para la esperanza, pero recreos al fin y al cabo para disfrutar, abrazar al que está más cerca y descorchar. Cuesta creerlo porque todo parece tener el ritmo normal, cotidiano. No es para nada aventurado compararlo al día que Neil Amstrong pisó por primera vez la Luna, el 20 de julio de 1969, para nada en vivo y en directo como esta madrugada, sino trampeado por los dueños del mundo en plena Guerra Fría con la otra superpotencia. La nota la iba a poner Miguel Sepúlveda, el segundo, que cuando le abrieron ese verdadero ataúd con los colores patrios, se agachó, agarró una bolsa y en un verdadero show de ingenio, hiperkinesis y desgolletamiento total entró a sacar piedras y regalarles a todos, empezando por el presidente y la mujer, el ministro de Minería y otros más: cuando las cámaras hicieron el plano de detalle las vetas de oro relucían. Y es que en la perforación la famosa T-130 australiana descubrió una importantísima veta aurífera, posiblemente la mayor en el siglo que lleva el socavón alimentando la angurria humana.
Ahora no hubo trampas. Allá abajo, con una web cámara conectada con la superficie, en short por los 30º esperaban turno el resto, saltaban, se los veía gritar y reír a los restantes. Es muy posible que hoy, antes que den las 24:00, Los 33 -bígamos que se quedaron obligados a ejercer la monogamia porque terció hasta la Primera Dama en la defensa gremial de la fidelidad, solteros que van a hacer obligados a cumplir la promesa de casamiento hecha en la desesperación del encierro, otro que se va a encontrar con que la pololita está con premio y no le va a quedar otra, hipierkinético espiritista que subió con una mochila llena con piedras veteadas con el oro del filón que la T-130 descubrió en plena perforación, etc.- estén afuera y los aguarden contratos de tevé, editoriales, cruceros fastuosos, Pinera que ya les anunció que se los lleva como escolta en los próximos viajes presidenciales.
La sencillez de la épica y la hazaña amenazan con trivializar, banalizar todo. Allá abajo los otros 32 aguardaban su turno, asistidos por dos rescatistas especialmente entrenados, que habían bajado en los interines. Con el increíble y sincronizado operativo del Plan B empezaba a culminar la angustia del jueves 5 de agosto, más o menos a las 14:00, cuando iban a almorzar y el mundo, en la forma de 700 toneladas de roca, se les vino encima y los sepultó en lo más hondo de una mina centenaria de cobre y oro, reautorizada a seguir funcionando en más que precarias condiciones por esos hondos motivos humanitarios que tiene el capitalismo y que sólo él los comprende y disfruta. Pasaron 18 días hasta que pudieron localizarlos y que dieran señales que estaban vivos. Ya casi no quedaban esperanzas y la famosa palabra milagro era a la que acudían todos. Habían perforado el cerro y el veterano Mario Gómez, con un marcador rojo, escribió en un pedazo de papel un TXT de 33 caracteres que no tardaría en dar la vuelta al mundo:
Una obra maestra de la síntesis. Después de 33 días de perforación, de historias de todo tido tipo, la algarabía por vivir, la epopeya van a apocar, seguramente invisibilizar a los mapuches en huelga de hambre y la discusión por los royalties de la minería, la concentración de la minería nacional en cuatro o cinco familias, como la famosa Bolivia de los Patiño. También que en el paraíso neoliberal de Sudamérica, que como lo anunció Piñera antes del primer emergido, en un mensaje bilingüe, quiere convertir a Chile en el primer país latinoamericano, los 25 millones de dólares que ha sido hasta ahora el costo, la organización y el lomo lo ha puesto el Estado para solventar la hazaña salieron de las arcas de la legendaria CODELCO, estatal hasta la médula y un modelo siempre de funcionamiento. Privatistas y privados, cuando mucho, a la hora de las fotos. Los dueños se borraron. Contrataron buenos y caros abogados para decretar legalmente la quiebra y que pague Dios. El Estado, a través de diversas dependencias, corrió con la supervivencia y con el sostén, vigilancia, alimento y apoyo a una boca de la mina que ayer había devenido en una poblado de carpas y casas rodantes con unos 3 mil habitantes, la mitad de los cuales pertenecían a la fauna periodística de todo el mundo, empezando por la modesta representación de China Popular que mandó 200 para hacer una cobertura digamos normal.
Hoy es una jornada histórica. Para celebrar la condición humana y que en la crisis actual hay recreos posiblemente para la esperanza, pero recreos al fin y al cabo para disfrutar, abrazar al que está más cerca y descorchar. Cuesta creerlo porque todo parece tener el ritmo normal, cotidiano. No es para nada aventurado compararlo al día que Neil Amstrong pisó por primera vez la Luna, el 20 de julio de 1969, para nada en vivo y en directo como esta madrugada, sino trampeado por los dueños del mundo en plena Guerra Fría con la otra superpotencia. La nota la iba a poner Miguel Sepúlveda, el segundo, que cuando le abrieron ese verdadero ataúd con los colores patrios, se agachó, agarró una bolsa y en un verdadero show de ingenio, hiperkinesis y desgolletamiento total entró a sacar piedras y regalarles a todos, empezando por el presidente y la mujer, el ministro de Minería y otros más: cuando las cámaras hicieron el plano de detalle las vetas de oro relucían. Y es que en la perforación la famosa T-130 australiana descubrió una importantísima veta aurífera, posiblemente la mayor en el siglo que lleva el socavón alimentando la angurria humana.
Ahora no hubo trampas. Allá abajo, con una web cámara conectada con la superficie, en short por los 30º esperaban turno el resto, saltaban, se los veía gritar y reír a los restantes. Es muy posible que hoy, antes que den las 24:00, Los 33 -bígamos que se quedaron obligados a ejercer la monogamia porque terció hasta la Primera Dama en la defensa gremial de la fidelidad, solteros que van a hacer obligados a cumplir la promesa de casamiento hecha en la desesperación del encierro, otro que se va a encontrar con que la pololita está con premio y no le va a quedar otra, hipierkinético espiritista que subió con una mochila llena con piedras veteadas con el oro del filón que la T-130 descubrió en plena perforación, etc.- estén afuera y los aguarden contratos de tevé, editoriales, cruceros fastuosos, Pinera que ya les anunció que se los lleva como escolta en los próximos viajes presidenciales.
Por lo pronto, Chile se lo merece. Pueblo curtido en las culturas de la pobreza y las tragedia, venía en febrero de sufrir la segunda catástrofe sísmica más grande de la humanidad y con un amor la tierra, tenacidad y humildad que son dignos de destacar y mucho mejor de imitar y envidiar, otra vez estuvieron con los ojos y la atención de la humanidad encima. Alguna vez, no hace mucho, sin bibliografía, por intentar el socialismo en libertad y democracia, después para llorar la humareda y los escombros de los misiles y la muerte del hombre que supo pagar con su vida la lealtad del pueblo.
¡Salud, chilenos!
¡Salud, chilenos!