LOS FANTASMAS NO EXISTEN, PERO TAMPOCO ESTAN EN EL CORRALITO
Ya se sabe de antemano la reacción de las buenas conciencias normales ante esta crónica. Sigan de largo que hace rato perdieron en colectivo. El sábado último, a los piques, como siempre, el editor general de la Radio BP estaba digitalizando un nuevo programa y el detalle se le pasó de largo. Lo preocupaba más que la bisoña conductora quedara contenta con un cortina improvisada, atada con alambre y una consola vieja, de dos canales, de los '70, que otras pavadas. Además, después tenía que hacer. Se la hizo escuchar dos veces por teléfono, tuvo por fin el OK y se mandó a compaginar los archivos de la estructura definitiva, dejarla grabada y lista para ponerla en línea el día indicado y a la hora señalada.
Eran cerca de las 18:00 en todos los relojes cuando le entra un mail del server de San Francisco. Leído de una ojeadita, con angustia, por lo menos quedaba claro, que la BP no funcaba. Entró a su página de usuario, con clave y todo: efectivamente, estaba muda. Como había sucedido con el modo de trasmisión en vivo, intentó pasarla a las 49 horas de archivos grabados y que siguiera con la programación de rutina. Niente. Era la primera vez en casi un año que se producía un incidente de este tipo. Fue cuando tuvo la rutilante idea de ir al directorio del disco duro tamaño baño del server y encontrarse en la opción respectiva que de los 728 archivos que había subido en su momento con unción, devoción, paciencia, pavas de mate y horquitis, mucha horquitis, NO QUEDABA NADA.
El tacómetro virtual estaba en 0.
Así nomás de sencillo.
Se metió en el Help Desk a los repiques y aunque ostentoso manejador de un inglés primitivo, después de tres o cuatro puteadas de las más rigurosas, les exigió por tratarse de un SERVICIO PAGO POR ADELANTADO EN RIGUROSOS DOLARES, que dieran una explicación de lo sucedido y pusieran otra vez la radio en marcha.
Como a los cinco minutos un muy respetuoso, recién bañado y sobrio mail de respuesta lo ponía en autos que hacía unas horas, el sábado a la mañana en la Costa Oeste de la mayor superpotencia, habían tenido algún inconveniente que los hacía temer que algunas emisoras hubieran sufrido ciertos daños en algunos archivos.
Eso sí, los amables usuarios no debían preocuparse porque estaban todos abocados a servirlos, revisando y tratando de recuperar con el último BCK que tenían de todo, que databa del 13 de junio, más de medio mes de atraso, digno del mejor país bananero y africano, pero sin bananas ni negros. Además, si dentro de las próximas 24 horas la radio no estaba lo más chota andando con esos archivos viejos, bueno, lo lamentaban mucho, iban a tener que subir todo de vuelta. Además, demostraban toda su buena voluntad y eficiencia viéndose en la obligación de informar que si bien algunos archivos habían quedado hechos moco, en lo que se refería a datos personales del usuario y confidenciales de la tarjeta de crédito con que se pagaba la subscrición, estaban enteritos, hechos un primor.
Fucking! Como el personaje ex soviético y aspirante a astronauta de la película española, que se quejaba que el Partido los había engañado a todos con respecto a lo que era el socialismo, pero en lo que hacía al capitalismo les había dicho toda la verdad, y en Bilbao se lo estaban comiendo los piojos por la desocupación masiva.
Manoteando lo que pudo porque tenía que estar en el centro, comprometido con un amigo que lo había invitado a un programa de radio y se trataba de un retrasado mental que en el último divorcio, más o menos el 57°, también había perdido el celular, salió rajando, más o menos a medianoche pudo recauchutar una programación de emergencia y todos los mails posteriores exigiendo, puteando, rogando que dieran una explicación racional sobre lo sucedido están en estudio y van a ser contestados el siglo que viene, junto con la solución de los problemas del hambre y la justicia social.
A pesar de todo, varios pasos más cerca del infarto masivo que antes, encontrábase el martes emitiendo por fin el programa que había editado el sábado a la hora fatídica, cuando escucha a la conductora entrar a hacer nombres, a santo de una berlina nombrar al músico fatídico, con un récord increíble de teatros incendiados en cada estreno de sus óperas y todo tipo de obras, cuando el archivo se cortó ahí, justo después del nombre maldito, corrompido y entró la cortina, etc., después todo normal.
Los comentarios entre amigos y conocidos fueron tomados con jocosidades. Ayer, una muy circunspecta académica, ligada al cine, tevé y otras artesanías visuales, comentó que su asistente en la cátedra, un algo más que promisorio hombre joven en el metié, la había llamado para que por favor no se le ocurriera faltar a la clase, él no iba a poder ir y dejaba tres comisiones en banda, la productora para la que trabaja como documentalista lo había llamado urgente para que saliera a los piques con el equipo para Anillaco...
-Nene, cuidate -dijo haciéndole la graciosa-. No te soltés la parte izquierda ni por equivocación, mirá si en una de esas...
-No jodas, che -fue la respuesta-. Esta ya es la enésima vez que me toca ir hasta allá y vos te vas a reír, pero todas las veces, vos te imaginás en qué tomas, se queman las imágenes, se caga alguna cámara, se corta el sonido, ocurren todas las desgracias.
Más científico, échenle agua. Sonrían cancheramente frente a las creencias de los primates. Nosotros no prestamos ni hacemos leasing, tampoco nada que se parezca, con nuestro stock siempre a mano de ruda macho, patas de conejo, cuernitos y otros amuletos.Perseguido por desgracias que como son como las casualidades recurrentes de su histórica gestión, su último cumpleaños no se pudo festejar porque a la hora de servir el primer plato en la parrillada local charteada y decorada para el acontecimiento, un pobre compatriota y feligrés cayó secó por el bobazo y el Chango se puso a sollozar y lo tuvieron que llevar entre varios de vuelta a La Rosadita construída con tantos sacrificios y sudor, sin contar la pista para jumbos trasatlánticos, exportar aceitunas y sacarnos del atraso.
Así y todo, miren el estado en que quedó el país y hay pelotudos que siguen sosteniendo que son charlatanerías y elucubraciones productos de la ignorancia, los que tienen dos o tres masters en Harvard, como es el caso del Mingo Cavallo, nunca les pasa nada de esto, ¿no?