LOS ESTUDIOS ION, PATRIMONIO CULTURAL
Por iniciativa del Chango Farías Gómez, histórico integrante de los Huanca Huá y de los MPA (Músicos Populares Argentinos), entre otros conjuntos, santiagueño de orign ahora legislador de la Ciudad Autónoma engrosando las filas del macrismo, ya fue aprobada su iniciativa en la legislatura y no falta mucho para que con el acto ritual correspondiente a la entrada del solar marcado con los N° 2519/21 de Hipólito Yrigoyen, desde donde hace alrededor de medio siglo funcionan los Estudios ION, serán declarados oficialmente como de interés cultural de Buenos Aires.
Actualmente con Osvaldo Azedo a la cabeza, quien durante décadas fuera uno de los técnicos más reputados y profesión que está lejos de abandonar, salvo alguna rarísima excepción por allí no hay artista popular argentino, del género que sea, que no haya grabado algo una vez en su vida. El gran estudio de los fondos conserva todavía los viejos micrófonos a la lámpara, unas joyas de museo que siguen funcionando a la perfección, completados por los de la más moderna tecnología.
Una consola completa de última generación acaba de ser incorporada y la mesa con los deslizadores y botoneras, más los aparetejos que tiene a los costados, no tiene nada que envidiarle a la cabina del Discovery. Aunque saliendo del zamarreo de la pesificación y del Exocet bajo la línea de flotación que para la industria del disco significa la piratería, los Estudios ION van a recibir la distinción con casi todas las fechas vendidas hasta fin de año.
No sólo Azedo queda de los técnicos de la vieja guardia. Varios más y la nueva camada, pero así y todo las vacas gordas también se fueron. Pocos son los que tienen un puesto fijo y no son pocos los sellos que se traen sus propias técnicos, alquilando nada más que las instalaciones.
La nómina completa de los cantantes y músicos argentinos de todo pelaje que pasaron por allí figuran en cuatro grandes paneles ubicados sobre la pared derecha de la entrada, en medio de fotos de todas las épocas y con muchas caras que alegra el volver a verlas hasta que la memoria juega una mala pasada y pone conciente que por suerte no es lo único que ha quedado de ese compatriota, sino que en algún otro lugar, desde un viejo disco de pasta 78 rpm hasta los modernos CDs, conservan el verdadero recuerdo y la única vigencia que desafía a la muerte.
Es de esperar que después de este inusitado acto de respeto y rescate por la cultura de todos las bondades del nuevo becerro de oro, el Dios Mercado, no decida hacer vale el peso de los pesos y pongan en su lugar, por ejemplo, un sauna. Habría otros ejemplos mucho más urticantes, pero por ahora, mientras tanto, festejemos una buena que últimamente no son muy frecuentes que digamos.