18.6.05

HI, DADY!

¡PAPAS NUESTROS! ¡PAPAS NUESTROS!


«Los lazos de paternidad están podridos»
Jean-Paul Sartre, circa mediados de los '40.

El domingo 19 de junio, como todos los terceros domingos de todos los junios, es el Día del Padre. Ya que estamos, felicidades para todos los que lo son y para los que todavía lo tienen. Aparte, difícil que pase inadvertido tan magno acontecimiento en una sociedad donde todos cada vez tienen algo más para vender y cada vez son más los que tienen menos para comprar algo, aunque sea chicles masticados. Además, los aluviones publicitarios son insoportables. Hay testimonios ya certificados de gente que ha denroscado la pasta dentrífrica y de adentro le salió un celular en miniatura en 116 cuotas y 30 días gratis de pruebaa, abonable con cualquier tarjeta, así sea la de visita.

En condiciones absolutamente normales, civilizadas, estables, un curro comercial más en una Sociedad de Consumo que consume. Nada para extrañarse. Pero el mundo que vive el mundo esa sociedad y particularmente la Argentina, en franco estado de desbarranque y disolución, preguntarse cómo andan los lazos de paternidad y qué se festeja realmente no es muy ocioso.

Alguien tan poco sospecho de estar contra el capitalismo como es Alvin Toffler, ya advirtió muy seriamente en El cambio de poder, escrito sobre el borde de la caída del Muro de Berlín, que el sistema cambiaba la naturaleza de las corporaciones, donde éstas han reemplazado a la familia nuclear, particularmente a la figura paterna, si no todavía se iba a ir francamente a la mismísima mierda. Por cierto que el juicio crítico del socioanalista norteamericano es poco más fino, no tan expedito ni guarango, pero no menos contudente. El se limita advertir desde lo que su óptica advierte que puede llegar a suceder. Y no. Respetuosamente no, Mr. Toffler. Ya sucedió y es irreversible.

Vayamos a ejemplos a mano que nos tienen patilludos. La exaltación mediática del valor de la familia, por ejemplo, sin hablar de las porcachonadas de los discursos oficiales y ni qué hablar de los políticos de oposición, y ni hablar las irritaciones que produce el seudo conflicto con los gays, del que nos ocupamos en nota aparte. Al igual que la administración de justicia, la policía y los partidos de fútbol, nadie hablaría tanto de la independencia del tercer poder, la probidad de los magistrados, las manos con uñas cortas y camisas arremangadas si no fueran lo que son. No se andaría levantando como terreno ideal una policía que mata y después da el alto, es parte del problema del Delito Organizado y no su solución, coimea hasta los pajaritos. Tampoco se putearía donde todo un partido y la semana siguiente si el árbitro se hubiera comportado correctamente y no alterado el transcurso y el resultado.

Se habla de estos temas cuando las cosas ya están como la mismísima o directamente en el suelo. Lo mismo sucede con la familia. En pleno Proceso, cuando se pusieron de moda las masivas peregrinaciones a Luján, con decenas de miles de jóvenes marchando a pie por la Gaona y el acceso Oeste, Clarín hizo una cobertura del hecho y una chiquilina veinteañera fue rotunda, clara y contundente, sin la menor pretensión de escribir un tratado de sociología: «Estamos acá porque carecemos de familia. La familia no existe más. No hay que confundir familia con matrimonio con hijos.» Un cuarto de siglo después, el todopoderoso multimedio encontraba una veta más para seguir llenando sus faltriqueras con las pústulas sociales: la superedición del domingo 19 tuvo un suplemento de cuatro páginas del Rubro 39 de los famosos clasificados, titulado Saludos, con TXTs tan explícitos como

AMI GANGA. FELIZ DIA. TE QUIERO

MUUUUCHOOOO!!!! Kevin***

Todo rigurosamente sic, salvo algunos dibujitos de infotecas de software norteamericano con dos caritas juntas, corazones enlazados y otros desplantes estéticos. A la noche, un Diego Maradona notablemente enflaquecido y recuperado, que ama a un padre que se la pasa de internación en internación, se pasó el día entre la cancha de Argentinos Jrs. viendo un partido con el descendido Huracán de Tres Arroyos y un programa de entretenimientos en la tevé, en el canal de mayor raiting, el multimedio donde casual y justamente a la mañana la cotizada revista dominical diva, Viva, le había dedicado la tapa a su hija Dalma, actiz de espectáculos infantiles que produce su mamá Claudia Villafañe, con un copete donde la anuncia como la hueva superstar, y el título no ofrece mayores comentarios para quienes ejercen algo las facultades inteligentes:

LA HIJA DE PAPA

En ese programa superproducido, de entretenimientos y premios fabulosos para famosos fabulosos, del mejor tipo champú, como están de onda, la gran onda es ganarse un auto 0 Km, de unos 20 mil dólares, estacionando en un 1m 30s, marcha atrás, dentro de un circuito enrevesado, en un lugar especialmente marcado y con obstáculo varios. En el transcurso hay pollos, perros y otros animalitos, como la figura de la suegra, a las que se puede chocar y pasarles por arriba sin que sea infracción descalificadora. En la última etapa están la figuras tipo de una FAMILIA TIPO de cuatro miembros, a los que no se puede ni siquiera tocar con el paragolpes trasero porque se pierde toda posibilidad de llevarse el auto. Otra que metamensaje: estos con trompetas y pirotecnia. El contenido simbólico de tener licencia para pasarle con el auto por arriba a la suegra, aparte de trillar antiquísimos lugares comunes, como si no formara parte de la supuesta familia o, en todo caso, un miembro perfecta y necesariamente extinguible de esa familia ya extinguible, tampoco merece comentario.

No hay yupi, empresario, dueño del país o aspirante a que deje el saco para la entrevista o la foto, sentado tras un escritorio de una hectárea, hectárea y media, donde, a su diestra, siempre, en sendos y muy recatados portarretratos, como si todos estuvieran casados con la misma mina, tuvieran los mismos chicos rubios y lindos y vivieran en las mismas casas amuebladas en el mismo furniture, pretenden pasar el mensajito de mirá, yo vivo, como acá, incluso me fifo a la secretaria en los ratos libres, pero tengo este muleto para el tiempo adicional, eh...

Por supuesto, los poligriyos aspirantes, que copian los gestos y no los actos, porque no pueden, hacen otro tanto. Menean la familia cuando pueden, al cuete, con una histeria y un exhibicionismo que hacer recordar al doctor Alfred Adler, uno de los primeros laderos del padre del psicoanálisis: «Díme de qué te vanaglorias, te diré de qué careces.»

Eduardo Archetti, que acaba de fallecer en Noruega y prácticamente no había estadio que no conociera, que no dejó de escuchar puteadas y expresiones soeces de todos los calibres y en todos los idiomas, se espeluznaba y no dejaba de repetir que Argentina, de la que era oriundo y donde se había hecho futbolero, era el único país del mundo donde una hinchada le gritaba a la contraria para estimagtizarla:

¡Hi-jos-nues-tros! ¡Hi-jos-nues-tros!
De este modo, la paternidad retrocede mucho más que en la etapa feudal, que el Padre padrone de los hermanos Taviani. La cancha como expresión fiel de las relaciones sociales y sin inhibiciones, exhibe casi obscenamente, sin pudor, la concepción que el imaginario colectivo tiene del padre: el ganador, el que caga al hijo y lo somete. Paternidad, futbolísticamente hablando, es el hijismo en los resultados constantes: ganador permanente uno para que el otro sea perdedor constante. De un saque: ser hijo es ser victima, constantemente victimizado.
Los miles y miles de celulares, afeitadoras, corbatas y otros admíniculos que miles de hijos argentinos alcanzarán a sus padres con un beso ni reafirman la bondad y lealtad de los sentimientos existentes ni desmienten lo expresado. A la hora de mirar una sociedad también se trata de tomar en cuenta no sólo todos los padres que no van a recibir una mierda de regalo porque ese día y el anterior y el siguiente y los siguientes de los siguientes no tienen ni para comer, en una cifra que aumenta, o apenas para matarse el hambre, sino que arrojar a los cocodrilos al ex y mentado Jefe de Familia es hacer trizas a la familia y todo lo que se le parezca.
La docena y media larga de tendencias en la psicología actual, por problemas gremiales y a veces un guitarreo tan insípido como aburrido, va a salir al cruce reivindicando los nexos afectivos. Es estúpido ponerse a hablar del asunto o más todavía discutirlo. Lo que sería bueno es que tanta cantidad de charlatanes y curadores de palabra se cagaran de hambre junto con sus crías, sin tener además ni acceso a la educación y a la salud, y van a experimentar en carne propia qué hermosos lazos afectivos de paternidad quedan. Las salas de guardia, morgueras, cárceles y comisaría desbordadas, una tasa de suicidio cuidadosamente guardada de la que nadie habla es la respuesta más contundente.
Después el otro silencio más cabrón sobre la paternidad es que el autoexterminio argentino, a razón de casi una treintena de víctimas fatales por día, otros tantos que quedan inútiles para el resto de lo que siguen respirando y unos 300 heridos promedio de toda consideración, es la mayor causa de mortalidad infantil que tiene el país hace año y que la franja etaria más afectada por este tipo de muertes violentas oscila entre los 18 y 25 años con el auto que les prestó, les compró o les regaló el papito. No, por supuesto, para matarse, porque no estamos hablando de personas abyectas, de perversiones innatas, sino de un fenómeno social que persiste y donde se gastan entre 26 y 40 mil dólares en una 4 x 4 y se hacen concha a la primera de cambio. No sólo los que van adentro, sean chicos, viejos, el perro, el gato y el canario, sino a todos los que le dan de frente a 140 o 160 kms. por hora.
Dejando de lado, porque no es lugar ni el momento, para establecer que no estaría mal porque cada vez hay más ciudadanos argentinos en condiciones de comprar esos vehículos totalmente innecesarios y ostentosos, como barrios privados, countries y otros exhibicionismos por el estilo, cuidado por un ejército armado de policías civiles, resulta casi ocioso remarcar que alguien que tiene un mínimo de consideración por su grupo familiar no puede poner la pata en el piso y mandarse por izquierda, de frente march, si paso paso, dejá de ponerme el guiño, abrite vos si querés porque yo te paso por arriba, crash. Es un mecanismo de homicidio-suicidio repetido hasta el hartazgo y puesto en evidencia por el licenciado Andrés Martín, por aquel entonces trabajando para la Asociación Civil Defensa del Peatón y su equipo multidisciplinario, en los años más negros del Proceso.
La liquidación, el arrasamiento que ha hecho el capitalismo del núcleo parental vuelve una mueca siniestra la parafernalia publicitaria que pretende institucionalizar un día para festejar el día de lo que cada vez existe menos y es casi un recuerdo. Pretenden imponer como fiesta lo que realidad es un velorio. Aunque como estableciera Johan Huizinga, poco antes del advenimiento de las hordas nazis, si hay una noción oscura en el historia del hombre y el conocimiento es qué corno se quiere decir con fiesta, de los griegos para acá. Porque fiesta, lo que se dice fiesta que se precie de tal, siempre contempla la muerte y la tragedia como final.
De todas maneras, no intranquilizarse. Esto siempre le sucede a otros. Y domingo, como sea, si se tiene algo para materializarlo mejor, pero un abrazo y un beso con el viejo no está mal. Porque si encima que lo barrieron de la historia vamos y le cagamos un momento así con un catalinaria sociolotuda, tendrían más que motivos para salir todos juntos, ahora que la gente se junta por cualquier cosa y sale a hacer quilombo a la calle, y gritarnos en la cara:
¡Hi-jos-nues-tros! ¡Hi-jos-nues-tros!
Los muchachos del tablón le van a poner una linda y primitiva banda sonora de percusión, no se preocupen. [AR]