9.6.05

«SI SE CALLA EL CANTOR...»

«...CALLA LA VIDA»


El aglutinamiento derecho entre el ex radical y ministro delarruísta Ricardo López Murphy (nada que ver con las dichosas leyes, ojalá) y el ingeniero Mauricio Macri, heredero de un para nada despreciable holding, presidente de un (hasta ahora) exitoso Boca Juniors SA y largado a la arena políca con vocación presidenciable por las facultades extrasensoriales del en su momento todopoderoso Carlos Saúl I° de Anillaco, tiene en su staff de asesores de imagen, divulgadores, publicidad, prensa y otras actividades afines a un personajes no menos singular.

Se trata de Fabián Matus, el único hijo de la maestra tucumana, ex cantante tucumana de boleros y mucho más conocida como folklorista Mercedes Sosa y el ya fallecido guitarrista y compositor mendocino Oscar Matus, quien en su momento fuera custodio personal de un promisorio legislador frondicista en la provincia natal de ambos y que al abandonar esos pagos políticos, deviniera en poeta, luego en letrista de folklore con la música de su fornido acompañante, lanzara el Manifiesto del Nuevo Canto, ganara el Premio Casa de las Américas con el poemario Ahí va Lucas Romero y tuviera una vasta trayectoria literaria. Se está hablando de Armando Tejada Gómez.

El encuentro de los tres, dejando de lado sentimientos aparte, fue objetivos comunes como, primero, ser ardorosos y encendidos militantes del Partido Comunista y encontrar en la renovación de un ya vetusto cancionero folclórico la razón de ser. En los precarios escenarios de las peñas de Buenos Aires de entonces la gran figura era el poeta, acompañaba en guitarra los recitados el fornido Negro Matus, con su cara achinada y marcas de viruela, y más atrás, chiquita, flaca, para colmo embarazada y casi tapada por el legüero con que se acompañaba y le dejaban cantar algunas letras del cancionero del dúo de letrista y compositor, la Negra Sosa empezó a ganar en consideración.

A poco de nacido Fabián, la pareja que arrastraba como otro integrante a una hermosa adolescente del primer matrimonio del Negro Matus, se separó, la Meche ya había sido detectada y grabó su primer LP como solista, la tapa a cargo de Raúl Castagnino, un plástico que se había hecho célebre por su ilustración del Martín Fierro de EUDEBA y sus famosos caballos, también inveterado militante comunista. En 1965 las barreras macartistas de Julio Maharbiz, (a) Marbiz, califa supremo en el todavía enclenque escenario de Cosquín, no pudieron con el gesto del ultraexitoso Jorge Cafrune, quien a micrófono abierto y de manera imprevista le cedió su espacio a la Negra y sus guitarristas, lanzándola a la que sería su consagración definitiva. Cosquín no de la dejó bajar nunca más del Olimpo y la esperaba el mundo.

Lo demás es muy conocido. Fue simplemente Ella. El exilio, el hostigamiento y demás no pudieron con una consideración mundial inamovible. Su retorno en 1982 fue un hecho que excedió largamente lo artístico. Su alineamiento extrapartidario junto al entonces candidato Raúl Alfonsín no llamó la atención de nadie. Su traspaso, junto a otro ex comunista como Horacio Guarany y otros que ni siquiera vale la pena nombrar, a apoyar el Síganme que no los voy a defraudar, además de la defraudación generalizada posterior, muy posterior ya que desde el primer momento se veía a la legua que era una crónica de otra defección anunciada, ya fue un anticipo de otros trastabillones que se perdonan porque a los ídolos se les perdona todo.

Otras actitudes políticas que también la fueron alejando de las viejas banderas, más una salud cada vez más resentida y el alejamiento brusco, casi brutal, de los escenarios por ese motivo, han convertido en anecdotario una trayectoria consolidada. Durante su primera etapa de consagración el joven Fabián, su único hijo, hizo las veces de representante. Ahora, divorciado de su primera esposa, hombre maduro, padre, portavoz oficioso durante la reciente internación repentina de su madre, resurge en esta nueva faceta de un país que no cambia si no en la medida en que la gente es tan distinta que de un pasado frágil, clamoroso y consignista, quizá lo que está haciendo es retornar al verdadero, al que luce los yelmos de los primeros conquistadores que desembarcaron por estas tierras.