29.6.05

A LA FEDERAL SE LE CAEN LOS MUERTOS



INAGOTABLE FUENTE DE IMAGINACION

Dejando de lado cualquier contorno macabro o humorada negra, barata, máxime habiendo un menor de por medio, lo exhibido por la Policía Federal para tratar de justificar la muerte de Fernando Blanco (17), de la barrita de Defensores de Belgrano, que el sábado 25 de junio fue aporreado junto a sus correligionarios, al terminar a mediodía, en cancha de Huracán, el partido con Chacarita Juniors, marca un hito en materia de muertes por la violencia del fútbol: que el chico se cayó cuando era trasladado en el vehículo de llevar detenidos (sic) y con tanta mala suerte, que dio de nuca contra el asfalto.

A la ya clásica de los detenidos que se ahorcan hasta con un piolín, a la creatividad mostrada por la existencia de una balística especial para las canchas de fútbol, donde los proyectiles disparados con trayectoria descendiente después resultan ser balazos al aire y cualquier ser humano racional se queda boquiabierto, cavilando para dónde mierda estará el aire en la Argentina, ahora aparece esta otra, original y novedosa desde donde se la mire.

Con un agravante mucho más serio: que podría ser cierta y que de serlo, jamás tendrían que haberlo dicho porque en la Argentina actual nadie le cree a nadie, sobre todo si ejerce una autoridad de cualquier tipo, con o sin uniforme. Aparte de lo descabellado, la cantidad de testimonios, videos y machucones de todo tipo que exhibía el cuerpo del adolescente a simple vista, la mocha que se armó entre policías especialmente destacados y la tribuna del Defe, que por las disposiciones vigentes fue obligada a quedarse esperando media hora en su lugar, encima de haber perdido y descendido, así se desconcentraba la barra funebrera y los densos antecedentes que le pesan sobre los hombros, nadie tuvo a bien intentar por lo menos explicar a santo de qué se entraron a dar de esa forma y por qué en determinado momento los efectivos se desenfrenaron y fueron al frente a arrasar contra todo lo que estuviera vivo, en dos patas y sin uniforme.

Extraoficialmente, para variar, se deslizó que antes de la camorra, durante la camorra o no sé sabe en qué momento, a un efectivo lo habrían despojado de su arma reglamentaria, la que luego muy sugestivamente fue reencontrada en un baño de esa cabecera. Otra más para habérsele guardado porque si bien entra dentro de lo posible, vive en lo muy poco probable y en la ya mentada incredulidad que tiene la ciudadanía con todo lo que tenga que ver con la administración de justicia, sobre todo en un momento en que un procesado con prisión preventiva, acusado entre otras cosas de 193 homicidios simples y algunos otros delitos colaterales, goza lo más choto de la libertad bajo fianza con propiedades por valor de 150 mil dólares hasta el juicio oral, si es que llega vivo y el presupuesto oficial alcanza para pagarle un verdadero ejército de custodia porque los deudos se lo quieren comer crudo.

Sin estrépitos ni detalles fue anunciada la detención de dos policías no se sabe a santo de qué. La pelota fue pateada a la tribuna esperando el veredicto de la autopsia, otro terreno más que resbaladizo. Y se resuelva lo que se resuelva, las cuentas van a seguir sin cerrar. Así haya sido cierto el comienzo, porque siempre discutimos los finales, esto es, la sustracción temporaria de un arma reglamentaria de guerra, incluso hasta polizontes renombrados, han reconocido en voz alta que ir con semejante arsenal a esos lugares es caminar por la cornisa, la cuerda floja y el piso enjabonado. Algún general argentino supo decir que las armas están para usarlas. Este tipo de incidentes, que ahora tuvieron un final más que oscuro y objetable, amén de la muerte de OTRO MENOR, en un país en que últimamente a los chicos si no se los mata en accidentes de autos, se los mata cada vez más y de cualquier manera, es perfectamente factible que en otro incidente semejante, de los que los fines de semana hay a montones en todas las canchas, no sólo le manoteen el fierro a un cana, sino que lo usen, como ya lo hizo una vez La Guardia Imperial, hiriendo a un suboficial levemente en un brazo, y al día siguiente fusilaron a otro menor de la barra de Dock Sud, casualmente visitado por Defensores de Belgrano, que llegaron a balazo limpio desde los micros, y entonces ese día el desenfreno uniformado no puede ser a garrotazos sino descargando las Browings y después de tanto meritorio esfuerzo logran bajar el récord que hasta ahora mantiene República Cromañón.

A ciertos hechos, por lo reiterados, hay que tomarlos con cierta humildad y si bien está recontraprobado que Dios es argentino y futbolero, como también está bastante hinchado las pelotas con tanto forreo, se declara en huelga y no ejerce. [AR]